El macho alfa nos deja
Si el blog cada día tiene menos actividad es por causas ajenas a nuestro control: mi compañero está de exámenes finales y yo paro poco en casa. Del trabajo a clase y de clase al trabajo. El poco tiempo libre que me queda lo estoy dedicando a rematar a Tony Soprano.
Ya voy por la sexta temporada y siento que en cada capítulo que veo, le estoy provocando un ataque de pánico mayor al anterior, hasta que por fin llegue al episodio 21 y nuestro macho alfa pase a ser un recuerdo. Y es que El Don, probablemente sea el protagonista más carismático de todas las series que he visto, mucho más que el niño maravillas o el doc.
Os dejo con un texto más que acertado que encontré en desdeunlugarmejor:
No ha sido fácil llegar hasta aquí. Muchos buenos amigos (vale, y algún que otro cabronazo) se han quedado por el camino. Cómo no acordarse ahora de Pussy Bonpensiero, Richie Aprile, Ralph Cifaretto o Tony Blundeto, todos ellos muertos de forma violenta en el heroico acto de poner en pie la mejor serie de televisión que jamás conoceremos.
Última temporada. Sólo decirlo estremece. A toro pasado es fácil hablar de la planificación cinematográfica de los capítulos, de esos complejos guiones repletos de diálogos brillantes o de explícito tratamiento del sexo o la violencia.
Cuando finalice “Los Soprano”, no volveremos a ver a Paulie estirar el meñique mientras señala con el índice, ni la hierática compostura de Silvio, las adicciones incontroladas de Christopher o los falsos remordimientos de Carmela. Y nos quedaremos huérfanos de esa bestia llamada Tony Soprano, el hombre que mejor ha sabido comer pasta delante de una cámara. Se hace raro. Muy raro. Creo que me echaré a llorar cada vez que emigren los patos del estanque.
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