El mejor no-final de todos los tiempos

A buenas horas, mangas verdes. Ayer vi el último capítulo de Los Soprano. Aunque en los USA hace tiempo que había acabado, en España, Canal+ emitió el capítulo hace un par de semanas y entre una cosa y otra aún no lo había visto.

Aún me dura el shock. Aún me dura la tensión de los últimos minutos de Tony comiendo aros de cebolla junto a Carmela y Anthony al ritmo de Don't stop believing. En el exterior, una torpe Meadow no consigue aparcar el coche, y el final que todo el mundo prevé es cuestión de segundos que haga aparición. La camara enfoca a cada uno de los ocupantes del restaurante. ¿Quién será el verdugo que acabe con todo esto? Pesa a haber "solventado" el lío con Phil Leotardo, siempre hay cabos sueltos que atar.

Meadow consigue aparcar. Entra corriendo en el restaurante, y cuando los espectadores están achinando la mirada para no presenciar el fatal e inminente desenlace, la pantalla se funde en negro y tras varios agonizantes segundos, los créditos hacen aparición.

¿Y ya está? Sí, ya está. Tras esto se podrían hacer varias lecturas. La simplista, que es aceptar el hecho de que la vida continúa incluso para aquellos que viven al borde del abismo, o la fatalista, Tony muere. Como le dice Boby:

"En el final probablemente no escuchas nada. simplemente todo se pone negro"

Sea como fuere, la ansiedad de los minutos finales deja paso a una enorme sensación de vacío. El vacío que deja la que probablemente haya sido la mejor serie de televisión de todos los tiempos. Gracias por los cannolis, gracias por la droga, gracias por la psiquiatría, gracias por las putas, pero sobretodo, gracias por estas seis temporadas de brillante televisión. Don't stop believing.






1 comentarios:

  1. y gracias por frases como la que acompaña a esta portada:
    ''el cunnilingus y la psiquiatria nos han traido a esto''

    on 16 de febrero de 2008, 22:40