Hace unos días me he hecho con un portátil nuevo. Un "accidente" había acabado con la característica esencial de mi portátil anterior: su portabilidad. Para funcionar necesita estar enchufado a un monitor externo porque mi hermana ha reventado la pantalla del notebook, literalmente. Así que ahora funciona como ordenador de sobremesa y todo el que viene a casa pregunta: ¿Te has comprado un portátil? No, es un fijo, pero pequeño.

Total, que el sustituto ha sido un Acer de 12'' muy mono él, cabe en la mayoría de los bolsillos del pantalón de un latin king y tiene de todo. En ese "todo" va incluído el gran Windows Vista. Qué bordes redondeados! Qué efectos! Qué transparencias! Es tan bonito que el hijo de puta consume 700Mb de RAM sin hacer nada. Quitando todas las mierdas se logra reducir este consumo bestial, pero aun aśi, es mucho mayor que el de su versión anterior.

Y a mí, todas estas chorradas de el sidebar, windows defender y demás porquería, me sobran bastante, así que decidido a retroceder a la era pre-"bordes redondeados", busco en el cajón el cd de XP y lo instalo. Inocente de mí, pensaba que iba a ser tan sencillo...
Al volver al escritorio de XP me doy cuenta de que la mayoría de componentes no están instalados: tarjeta wifi, ethernet, webcam... Me meto en la página de Acer y descubro que los drivers sólo están para Windows Vista. Estoy jodido.

De momento el primer paso ha sido volver a Vista, con sus colores y sus estilos web 2.0, con la cabeza baja y el rabo entre las piernas, debatiendo interiormente si probar Ubuntu en el portátil o dejarlo estar...

Y es que siempre había seguido el criterio de la navaja de Occam y en la encuensta siempre había salido Windows como ganador: drivers de fabricantes, compatibilidad total, igual de gratuíto que linux (que levante la mano el que haya pagado por su copia de Windows...). Pero después del chasco de Vista y analizar el uso que le doy al portátil, no parece tan descabellada la idea de utilizar Ubuntu, al menos en paralelo con Windows.